Cada día en nuestro país se da a entender que las diferentes controversias personales pueden ejercer una mayor atención a la información que la investigación seria y contundente de los mensajes. El gran núcleo de comprensión se establece en que el periodismo busca informar y llevar un mensaje con una objetividad basada única y explícitamente en el acontecer de los hechos. Sin embargo, si ese en realidad fuera su objeto de estudio, no importaría hacerse una pregunta por ¿El periodismo para qué? A saber, el recurso de la objetividad en el que muchos de los periodistas actuales se ven inmersos se encuentra en crisis, pareciera que existe realmente una agenda programática para producir y efectuar noticias. La poca credibilidad que afrontan los medios actuales del país, y la masiva especulación que poseen las redes sociales, debilitan tanto la información, que el sentido y a su vez los significados caen en la esfera del fracaso mediático. Entonces, ¿se perdió el objetivo? ¿
Estimado lector, abstengase por completo de leer las siguientes líneas si el encabezado inicial no es para usted bastante claro. Como bien es sabido, el término cretino o cretina dependiendo del género se aplica para describir adjetivamente a seres cuya necedad conlleva la perdida por completo de los límites de la estupidez. Es tan desagradable volver a ver en la arena pública y política a un ser como Alvaro Uribe mal llamado defensor de la moral y la dignidad colombiana, esta vez, con la pretensión a crear un partido político con los calificativos más falsos en el lenguaje popular y común de una sociedad que no identifica ninguna de las dos palabras. Por un lado, llamarlo centro y por otro puro, son desviaciones linguisiticas que desde luego acuden a un sofisma más grande que el de pensar que Uribe es la salvación del país y aún así caer en la cretinada de pensar que fue el mejor presidente de Colombia. Me pregunto yo ¿cuántos presidentes en la historia conocen aquellos seres que dic