Estimado lector, abstengase por completo de leer las siguientes líneas si el encabezado inicial no es para usted bastante claro. Como bien es sabido, el término cretino o cretina dependiendo del género se aplica para describir adjetivamente a seres cuya necedad conlleva la perdida por completo de los límites de la estupidez. Es tan desagradable volver a ver en la arena pública y política a un ser como Alvaro Uribe mal llamado defensor de la moral y la dignidad colombiana, esta vez, con la pretensión a crear un partido político con los calificativos más falsos en el lenguaje popular y común de una sociedad que no identifica ninguna de las dos palabras. Por un lado, llamarlo centro y por otro puro, son desviaciones linguisiticas que desde luego acuden a un sofisma más grande que el de pensar que Uribe es la salvación del país y aún así caer en la cretinada de pensar que fue el mejor presidente de Colombia. Me pregunto yo ¿cuántos presidentes en la historia conocen aquellos seres que dicen con vehemencia que el señor Uribe fue el mejor presidente de Colombia? Es indudable que cada persona que lanza ese tipo de afirmaciones padece de estereotipos politiqueros en los que su capacidad mental e intelectiva no tiene justificación sensata a la historia y mucho menos a los verdaderos problemas del país. Es tan sencillo de identificar un caso como el de España, donde un país atemorizado por la crisis económica que avanzaba, decidió cambiar su estatuto político socialdemócrata para darle la entrada al partido que ellos en sí mismos no lograron ver con astucia, los había metido en la misma crisis de la cual padecían. En ese sentido, así como para los españoles su solución fue elegir al partido popular con la esperanza de ser salvados de la crisis, de la misma manera las personas cretinas pensarán elegir el candidado-marioneta del partido "puro centro" liderado por el expresidente Uribe. ¿Acaso la historia y la información está hecha para ser quemada en los espacios más oscuros de la memoria del país y el imaginario colectivo? En la novela de Cervantes, el paso de Don Quijote a la desactualización de una época se da cuando un montón de personas atemorizadas, deciden quemarle la biblioteca y los libros de caballería, y en ese mismo plano, ahora muchos cretinos apelan a la idea de quemar la información y los libros que han contribuido a que locos como Don Quijote no se lancen en ristre contra los gigantes molinos de viento que giran velozmente hacía la derecha del país. Es más que una demagogia decir que la guerra se combate con educación, y además de ello, decir que la corrupción viene de una herencia foránea traída por los oligarcas y banqueros españoles en la plena era de la posconquista y subconquista que tienen en la actualidad la bandera de la política levantada de la misma mano como la levantan los cretinos y corruptos de un país asediado por el odio. En cuyo caso, lo evidente es que la guerra no se va terminar porque ha existido desde los mismos inicios de la humanidad, y tampoco la guerra del país acabará mientras el oro blanco del trafico de drogas sea la estrategia de batalla de la moderna inquisición. La historia del hombre es la suma de sus guerras, y en esa medida, para los cretinos que votarán por el partido del "puro centro" sabrán que la utopía de la paz o la finalización del conflicto, es al mismo tiempo la utopia de la corrupción.
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